La última gira de U2, el '360º Tour', conocida como "la de la garra",
no sólo fue un espectáculo faraónico, sino una máquina de hacer dinero
perfectamente engrasada. Entre su arranque en junio de 2009 -con dos
conciertos consecutivos en el Camp Nou de Barcelona- y su conclusión en 2011, la banda facturó más de 700 millones de dólares en taquilla, sin contar 'merchandising', y se convirtió en la experiencia musical en directo más lucrativa de la historia.
En comparación, la nueva toma de contacto de los irlandeses con su público parece un ejercicio modesto: el 'Innocence & Experience Tour' sólo sumará 76 fechas y en recintos cerrados. De manera excepcional -como ya ocurrió en 2001 durante el 'Elevation Tour' y, ya muy atrás en el tiempo, con la explosiva gira 'Zoo TV Tour' de
1992 y 1993-, el paso de la banda por España evita los estadios, pero
concentrará cuatro fechas, entre el lunes 5 y el sábado 10, en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
Sólo una ciudad por país: Madrid, una vez más, deberá esperar. Un
esquinazo que puede tomarse, si se quiere como parte de la leyenda negra
que rodea los últimos conciertos.
La maldición
El 'Innocence & Experience Tour' ha estado a punto de cancelarse en más de una ocasión. De hecho, un poco más y no empieza: el accidente de bicicleta que sufrió Bono hace poco más de un año
-con fracturas múltiples en uno de sus brazos- casi le deja impedido
para tocar y actuar en directo. No ha sido la única desgracia que ha
puesto en riesgo el desarrollo normal de la gira: el padre del batería, Larry Mullen Jr., murió pocos días antes de la primera fecha, el manager de gira que les había acompañado desde los comienzos de la banda, Dennis Sheehan, falleció en mayo, y una caída del escenario de The Edge en Toronto
casi pone en riesgo, por lesión, el desarrollo de todo el calendario de
conciertos. Y pese a todo, siguen en pie. Sólo una fecha ha quedado
irremediablemente manchada:_la del pasado 20 de septiembre en Estocolmo,
cancelada por la policía por problemas de seguridad.
El concepto
Quizá
es que U2, en el fondo, están bendecidos por la buena suerte -o el
karma, o la baraka-. La gira lleva por nombre 'Innocence + Experience'
en honor al último disco de estudio, 'Songs of Innocence'
(2014), el mismo que enfureció a tanta gente indiferente a su música
cuando, de repente, se lo encontraron infiltrado -e imborrable- en su
iPhone. Pero también en relación al concepto espiritual de las
canciones. U2 han dividido los conciertos en dos partes, separadas por
un intermedio y desarrolladas en dos escenarios conectados por una
pasarela: una especie de progresión trascendental, de la contención a la
euforia. Es como si quisieran transfigurar las almas.
La tecnología
En
apariencia, la puesta en escena en esta gira es menos espectacular que
en otras ocasiones. Esta vez no habrá conexiones vía satélite, ni
enlaces con la Estación Espacial Internacional, ni una arquitectura para
el escenario propia de la imaginación de Albert Speer, ni un discurso
orientado a la crítica de la cultura de masas. Son unos U2 en apariencia
más líricos y contenidos, aunque eso no impide que la tecnología
utilizada en la gira sea de la más avanzada del momento. El elemento
crucial -como ya ocurrió en el 'Zoo TV Tour', en el que se aprovechaba
el techo de los recintos como parte integral del show- es una gigantesca pantalla superior,
colgada sobre la pasarela, que hace las veces de 'túnel de luz' que
proyecta las siluetas de la banda mientras se mueven a lo largo del
pasillo que conecta los dos espacios principales.
El repertorio
Cada
bloque del concierto se desarrolla en un escenario, y parten de una
narrativa diferente. En la primera, 'Innocence', U2 se concentran en los
dos extremos de su carrera: las canciones del último disco -'The
miracle of Joey (Ramone)', 'Iris (Hold me close)', 'Raised by wolves'- y
varios clásicos de sus primeros discos, fogonazos de post-punk
transparente como 'I will follow', 'Sunday bloody Sunday' o 'The electric co.',
extraída del ya lejano 'Boy' (1980). La segunda parte es 'Experience', y
es la que puede contener sorpresas, ya que la selección de canciones va
cambiando cada noche. Es el repertorio más eufórico de U2, el que
contentará a los fans de todas las épocas, con abundancia de momentos de
álbumes cruciales de su carrera 'The Joshua Tree', 'Achtung Baby' o 'The unforgettable fire'. El final, eso sí, es invariable y catártico: incluye 'With or without you', 'Where the streets have no name' y 'I still haven't found what I'm looking for'.
El efecto
Aunque
suene a paradoja, la banda más grande del planeta quiere crear con
estos conciertos un efecto de intimidad, de cercanía con su público. De
ahí la elección del recinto, ideal para reunir a 16.000 personas
sin renunciar al despliegue tecnológico. Quizá es pronto para que Bono,
The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. renuncien a su fuerza -son
cincuentones en buena forma-, pero ahora buscan avanzar de la serenidad a
la turbulencia, para así alcanzar el éxtasis a través de la pureza.
Fuente: ElMundo.es