Un paso más en la lucha por conquistar la muñeca. Los
relojes con Android Wear, hasta ahora solo compatibles con su sistema
operativo, ya se pueden usar con la mayoría de los modelos de iPhone.
Google acaba de lanzar una aplicación que los hace compatibles con todos
los modelos de iPhone que usen iOS 8.2 o versiones más actuales. Un
rango que va desde el iPhone 5, pasando por 5c, 5s, 6 y 6 Plus.
El resultado es todavía tímido. Lo que se puede ver es
similar a lo que sucede en Android. Algunas notificaciones gestionadas
por Google Now!, un sistema predictivo de alertas, así como aplicaciones
de fitness.
Al igual que con las gafas de Google, el comando para
activar las búsquedas es el clásico “Ok, Google”, el equivalente a Siri,
el mayordomo de Apple, pero en el universo Android.
Este movimiento calienta el sector de los wearables. IFA,
la feria de Berlín que abrirá sus puertas este jueves y muestra las
novedades comerciales de la campaña navideña promete una lluvia de
modelos. Con Sony, Motorola, Asus, Huawei y LG entre las empresas que
más fuerte apuestan. Intel, que también usa Android Wear, de la mano de
Fossil, es la única que abiertamente, apunta al sector más alto, el del
lujo para tratar de tú a tú con el Apple Watch.
Google se adelantó con los primeros relojes inteligentes. Android Wear nació con el Moto 360, cuya renovación se verá esta semana. Desde su nacimiento en 2014 se han vendido 720.000 unidades sumando todos los aparatos de Android Wear.
Mientras que, a pesar de que Apple no comparte las cifras, las
consultoras estiman en 3,6 millones las unidades vendidas de su reloj.
Con este panorama, solo dos empresas quedan haciendo la
guerra por su lado. Pebble, un proyecto que nació a partir de un
proyecto de financiación colectiva, sigue su camino independiente,
compatible con Android e iOS. Samsung, por su parte, juega a dos bandas:
tímidas apuesta por Android Wear, por otro, su propio sistema Samsung
Gear, que pretende seguir la estela de Apple, es decir, es necesario que
tanto móvil como reloj sean de la firma coreana.
Fuente: El País