La norma no escrita apunta a que, en cada evento especial de Apple,
el foco se pone en un solo producto y, quizá, alguno de la gama sufra
una leve modificación, un pequeño cambio. Esta vez ha sido diferente. Apple se ha volcado para demostrar que está dispuesta a innovar en varios campos a la vez: móvil, tableta, televisión y reloj.
Los Macs, sus ordenadores, son los grandes olvidados, seguramente
porque la nueva tableta de grandes dimensiones sea el principio de su
fin.
iPad Pro: Entra de lleno en un campo que Apple desea dominar. En el verano de 2014 cerraron una alianza con IBM para crear aplicaciones empresariales en iPad. La semana pasada, otro con Cisco, expertos en infraestructura de redes. La tableta, con 10 horas de autonomía, pantalla de alta definición de 12,9 pulgadas y un peso similar al modelo anterior, de apenas un kilo, deja claro que el iPad no ha muerto, pero ya no tiene sentido competir por el segmento inferior. Sube el precio y sube la potencia.
La inclusión del teclado-funda y el lápiz táctil
apuntan en contra del legado de Steve Jobs, que pensaba que las yemas de
los dedos era la mejor opción tanto para dibujar como para escribir.
Apple apuesta así por dos complementos que hasta ahora, con mejor o peor
suerte en cuanto a diseño, existían, pero en manos de terceros.
Entre los puntos fuertes de la tableta se
encuentra una potencia similar a la de un ordenador. Servirá para
gestionar hojas de cálculo —de ahí que nazca con una versión de Office
dedicada al aparato— o editar vídeos. Contar con una superficie amplia
es novedoso y poder usar dos aplicaciones a la vez, un gran salto. Otro
acierto es mantener los atajos de teclado del Mac.
Por precio y perfil de usuario, se enfrenta directamente a Surface 3 de Microsoft.
Apple cuenta a su favor con el factor diseño y el deseo que genera la
marca. Apple entrará así en un mundo en el que tenía acceso limitado,
ser parte de los grandes contratos de empresa. La pregunta “¿me compro
un iPad Pro o un ordenador?” comenzará a ser mucho más común. Se pasa de
las 9 pulgadas y un modelo de consumo de contenido a un aparato
autónomo pensado para la productividad.
Apple Pencil:
Ha hecho recordar la presentación del primer iPhone. “¿Quién querría un
palito?”, se preguntaba Jobs. Con una pantalla de 3,5 pulgadas y sin el
sensor de presión, rechazarlo parecía lo correcto. En aquellos momentos
tanto Palm con su Treo 700p como Nintendo con la DS, eran las que
abogaban por esta opción de control. Tanto el precio como las
aplicaciones que se han creado para el lápiz dejan claro que no es
necesario usarlo siempre, que no está pensado para leer el correo, sino
para funciones concretas. Sorprende cuando se intenta dibujar, cómo se
pueden crear efectos y texturas con poca destreza.
Apple TV:
Resulta sorprendente que mantengan el modelo actual en el catálogo.
Pasa de 99 a 69 euros. El nuevo llegará a finales de octubre en 32 o 64
gigas, a 169 y 199 euros respectivamente. Se pasa de un aparato modesto,
el más barato de la firma, a uno con memoria y ambición de conquistar
el salón. El actual solo servía para ver algunos contenidos del iPad y,
sobre todo, alquilar películas en iTunes. El nuevo cuenta con un sistema
operativo propio, toda una declaración de intenciones. Apple quiere
replicar el modelo de éxito de iPhone e iPad con las aplicaciones. No
han negociado con los proveedores de contenido, sino que les ponen en
bandeja su escaparate para que seduzcan con aplicaciones. Saldrán con
Hulu y Netflix, con los que compartirán ingresos por suscripción. En el
caso de los videojuegos los ingresos se comparten con los
desarrolladores.
El mando es un gran avance, con baterías que duran
tres meses. Sirve tanto para explotar el aspecto lúdico como para
navegar por el menú a través del panel táctil. El hecho de usar
bluetooth para conectar a la base ahorra el bochorno de tener que
apuntar a la pantalla para manejarlo, mucho más natural y acorde a los
tiempos que los infrarrojos. Siri es su gran aliado. Se puede decir de
viva voz que se quieren ver comedias de los años 80. O que queremos que
aparezca una en concreto. También puede ir al principio o al final de la
película, o a esa escena que tanta gracia nos hace. En definitiva, si
la televisión fuese táctil, sería lo más parecido a tener un iPad en el
salón.
Apple ha decidido mantener el 5S como el modelo de
entrada y los actuales estarán en el mercado por 100 dólares menos. Al
chip A9X, un detalle demasiado técnico para el gran público, pero que
agradecerán con el uso, se le suma una cámara de 12 megapíxeles, frente a
los ocho actuales, y cinco en la frontal, para fomentar la fiebre
selfie. Apple se ha sacado de la chistera las “live photos”. En realidad
no es más que una imagen sobre la que se montan y convierten en
animación los instantes anteriores y posteriores a pulsar el obturador.
Se pueden enviar a cualquiera y serán foto fija. Solo en el caso de
iPhone 6s y 6s Plus se ve el montaje.
3DTouch, el equivalente al ForceTouch del Apple
Watch, resulta algo complejo al principio. A los pocos minutos no hay
paso atrás. Tocar sobre un correo con un poquito más de fuerza y ver su
contenido, en un gesto que recuerda la mecánica de SnapChat, resulta
intuitivo y cómodo. Lo mismo para ver las notificaciones de Instagram
sin tener que abrir toda la aplicación. O consultar un enlace dentro de
un correo, si se pulsa con algo más de presión que solo al posar el
dedo, una pantalla de menor tamaño cargará el navegador. Una forma de
ahorrar tiempo y aligerar la cantidad de aplicaciones que se abren.
Apple va a jugar a calentar, a nivel global, la campaña navideña. Desde mediados de septiembre, con la actualización de iOS 9, hasta finales de noviembre. Van a ir sacando al mercado, primero, Apple TV. Después, en un par de semanas en Estados Unidos, los nuevos iPhones. Después, la tableta de gama alta en noviembre. La demanda de los primeros países, marcará el turno para la llegada a España y América Latina, pero sería muy extraño que se estrenasen en estos mercados, especialmente estratégicos en el caso de México y Brasil, entrado 2016.
Fuente: El País